jueves, 22 de febrero de 2007

La vita é fea

Hace unos años vi la película italiana “La vita é bella” (1997), interpretada y dirigida genial y magistralmente por Roberto Benigni. Narra la captura y posterior estancia en un campo de concentración nazi, de un padre y un hijo judíos. Lo cierto que el padre “fabrica” para su hijo toda una fantasía para que el niño no se de cuenta de la terrible realidad que están viviendo.

Al final de la película el padre es fusilado, pero aún así, en su marcha hacia la muerte, por delante del verdugo, el padre fantasea y le advierte a su hijo que se quede escondido hasta que llegue un tanque que será el “premio” para el ganador de un juego que entre ellos habían ideado. La obra trata de enviar un mensaje de esperanza en medio de la catástrofe.

En la vida real tratamos de sobreponernos a la barbarie que los mismos humanos construimos y reconstruimos. ¿Quién no recuerda a Mercedes Sosa cantando aquello de “¿Quién dijo que todo está perdido?/ Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

En febrero de 2001, mi hijo menor, “El Jey”, vino al mundo con menos de siete meses de gestación; se vino adelantado en medio de los terremotos, que dejaron hogares, almas y vidas resquebrajadas. Pero él sobrevivió... Hoy es un niño feliz e inquieto que juega con sus carros “a las trabazones” y me pregunta “quiénes matan a los que salen en los diarios y en la tele”. Un nudo en la garganta me impide dar respuestas urgentes.

El Salvador está conmovido, conmocionado y estremecido por el reciente asesinato, en Guatemala, de tres diputados: Eduardo D´Aubuisson, Willian Pichinte y Ramón González, así como el chofer que les acompañaba, Gerardo Ramírez.

¿Será una acción del crimen organizado, “maras”, mafias policiales o venganzas políticas? Tenemos que ser pacientes y exigir investigaciones profundas, que lleguen a los todos los ejecutores y a los que ordenaron el crimen repudiable desde todo punto de vista. Pero ello debería ser la norma para todo homicidio o acto criminal.

En El Salvador y en Guatemala son asesinadas más de 20 personas diariamente; la mayoría de tales crímenes quedan en la impunidad. Esos hechos violentos cometidos bajo cualquier “móvil”, que puede ser hasta por una mala mirada, son el “pan nuestro de cada día". La impunidad se campea a sus anchas y su “fantasma” recorre nuestros cielos.

Así la vita é fea... Poco a poco tenemos menos fantasías y respuestas a las interrogantes ya no tan ingenuas de nuestros hijos e hijas.

Autor: Juan José Dalton
Fecha: 22 de febrero de 2007

lunes, 12 de febrero de 2007

Debate Postergado: Caso Dalton

“¿Verdad que vos escribiste esas babosadas de los tales Poemas Clandestinos, y los mandaste a repartir para que todo el mundo supiera que eran tuyos y que estabas en la guerrilla? ¡No lo negués, pendejo! ¡Ah y no sólo eso, te tenemos una listita de mierdas tuyas que ya vas a ver cabrón!”, dijo uno de los jóvenes que lo interrogaban, al tiempo que le pegaba una patada. (Fragmento de “Memorias de un guerrillero”, libro de testimonio escrito por el ex comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), “Balta”, Juan Ramón Medrano.

El interrogatorio ocurrió en una casa clandestina de San Salvador antes del fatídico 10 de mayo de 1975; entre los “fiscales” estaba Edgar Alejandro Rivas Mira –Jefe entonces del ERP-; su segundo al mando, Joaquín Villalobos (actualmente residente en Inglaterra), y Jorge Meléndez (actual concejal de la Alcaldía de San Salvador, gobernada por el FMLN). El “sentado en el banquillo” era el poeta revolucionario Roque Dalton, a quien finalmente los tres “fiscales, jueces y verdugos a la vez” -junto a otros tres que ya fallecieron- terminaron asesinando.

El libro-testimonio de “Balta” comienza con el crimen contra Dalton; es una fuente inagotable de pruebas de las arbitrariedades cometidas, en el caso referido y muchos otros más. Pero el crimen contra Dalton se mantuvo y se mantiene en la impunidad, especialmente porque la misma izquierda local se ha negado a debatir y sanar semejante herida, no sólo con la familia, sino con toda la sociedad y con la intelectualidad. Y no es que todo el liderazgo del FMLN esté involucrado en el hecho concreto, pero si en su silencio cómplice.

De acuerdo a lo investigado, Dalton fue acusado por la dirección del ERP de ser “agente de la CIA”, agente “cubano”, “revisionista”, “indisciplinado, bolo y pequeño-burgués”, pero también por ser “poeta”. Además, se confirma que antes de ser asesinado, fue sometido a torturas y vejámenes, lo cual coloca el crimen en una particular dimensión de violaciones a los Derechos Humanos: delito de lesa humanidad, lo cual debería ser materia de oficio de las instituciones de justicia y de las organizaciones de derechos humanos salvadoreñas y latinoamericanas. La mancha de gente de izquierda asesinado y torturando no debe quedar sin justicia.

Pero bien, retomemos el hecho de que Dalton fue acusado por “escribir poesía”; es decir, que un acto de creación artística fue catalogado por una dirección revolucionaria como un acto “subversivo y de traición” y que merecía la muerte. Estas y otras manifestaciones de extremismo, del pasado y del presente, continúan repitiéndose, precisamente porque el pasado no ha sido juzgado. Con suma facilidad la disidencia es acusada de “traidora” y los intelectuales siguen siendo “no confiables y desafectos”.

Recuerdo que en una ocasión la comandante Ana María –Mélida Anaya Montes-, me contaba meses antes de su atroz asesinato en Managua (a causa de disputas ideológicas), que al inicio de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) se había vivido una etapa de “enconchamiento” contra los sectores intelectuales debido a la desconfianza que se les tenía para incorporarlos a la lucha revolucionaria. Era parte de una visión extrema de “obrerismo”.

La desconfianza contra los artistas y la intelectualidad se ha mantenido; la “revolución salvadoreña” ha continuado despreciando al sector artístico-intelectual, y en el mejor de los casos continúa manteniendo una práctica “utilitario-oportunista”. Hay quienes afirmamos que los políticos sólo se acuerdan de los intelectuales en épocas electorales. No es por gusto que el FMLN tiene entre sus miembros a muy pocos o quizás a ni uno de los destacados intelectuales nacionales. La causa de ello está en el autoritarismo y en el miedo infundido por “depuraciones” como en el caso de Dalton, de Mélida Anaya Montes y los más de 800 militantes que fueron ejecutados por “Mayo Sibrián”, de la dirección de las FPL, en San Vicente. Todavía todos estos casos están en la absoluta impunidad.

Como se puede apreciar, en mi anterior comentario de este blog, si en Cuba hubo un Quincenio o un Decenio Gris; en la vecina Nicaragua también: los más destacados intelectuales sandinistas: Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal, Gioconda Belli y Carlos Mejía Godoy, entre otros, quedaron fuera del FSLN, precisamente por ser críticos a líneas oficiales y autoritarias. Cuba parece haber comenzado un proceso de rectificación; Nicaragua, ahora en manos del FSLN, tiene que reivindicarse y restablecer lazos que son sanguíneos. Ello abonará la legitimidad de los procesos sociales del Nuestra América.

Mientras, en El Salvador, no sólo el FMLN, sino toda la izquierda, tiene también la oportunidad de sanar esas cicatrices funestas que constituyeron los vejámenes, el asesinato, los intentos de desprestigio y de ocultamiento que aún victimiza al más destacado de los intelectuales revolucionarios salvadoreños desde hace 35 años. Comencemos por reconocer que contra Dalton hubo un crimen injusto, de lesa humanidad; otorguemos a su figura y memoria una reparación moral; retomemos su pensamiento político como parte del programa democrático transformador y enterremos las arbitrariedades y desconfianzas contra el sector intelectual. Abramos el debate...

Autor: Juan José Dalton
Fecha: 12 de febrero de 2007

lunes, 5 de febrero de 2007

El Debate

Desde hace algunos días están llegando a mi buzón electrónico un sinnúmero de mensajes y publicaciones que contienen los pormenores de un debate político-cultural que se está desarrollando en Cuba, especialmente en el seno del sector artístico. Es un debate intelectual, que considero trascendental para el futuro de Cuba.

El debate se centra en el análisis de lo que fue el llamado “Quinquenio Gris”, aunque hay quienes creen que debería ser “Década Negra” u otro período tenebroso. Pero bien, se está tratando de auscultar un momento amargo para la intelectualidad cubana, en el que dominó el esquematismo, el autoritarismo, la homofobia y otra deplorable acción: el “parametrismo”, que no parece estar en los diccionarios, pero que consistía en “parametrar” –hacer parámetros- a una persona para lograr identificar si era o no confiable, afecta o desafecta a la Revolución. En ese rollo mucho se actuó con verdadera injusticia.

Después de una larga ausencia de los temas cubanos, el momento actual y las expresiones en el seno del debate, me llevaron a recordar aquella etapa tan triste para muchos intelectuales de izquierda que nos dimos cuenta que muchas de las denuncias que se hacían de la URSS no era “propaganda diversionista del imperialismo”, sino verdades concretas, como aquellas en la que la disidencia era encerrada en hospitales psiquiátricos para domesticarla a puros “electroshock”.

El llamado “Quinquenio Gris” fue una etapa candente de la Revolución cubana; estuvimos inmersos indirectamente porque en 1967, a finales, fue cuando llegamos a Cuba procedentes de Checoslovaquia; cuando allá se gestaba la invasión soviética y veíamos a los hippies reunirse en la Plaza de Wenselao. Cuba entonces era la Revolución que se enfrentaba a los yanquis en medio de un carnaval de fusiles, de conga y de rumba. Fuimos matriculados en una escuela que se llamaba “Nguyen Van Troi”, en honor al guerrillero que atentó fallidamente contra el Secretario de Estado, Robert McNamara. “¡¡¡Que los cubanos ni se rinden ni venden, Malembe, Ay Malembe!!!” “¡¡¡Nguyen Van Troi ni se rinde ni se vende, Malembe, Ay Malembe!!!”

Pero la Revolución inició pronto una etapa de radicalización y de institucionalización; o de burocratización. Se apegó a la URSS y al Campo Socialista. De salir a gritar con tumbadora en mano: “Nikita, Nikita, lo que se da no se quita” –referido al arsenal atómico que provocó la Crisis de Octubre- se pasó a que los soldados gritaran: “Hurra”, al paso revista de las tropas en la plaza de la Revolución. A Martí lo comenzaron a escoltar Carlos Marx y Vladimir Ilich Lenin. Los manuales de Konstantinov y de Spirkin era el desayuno, almuerzo y cena. En medio de todo aquello, se crearon granjas agrícolas para tratar de convertir a los desafectos y para enderezar a “maricones”.

Los intelectuales tenían que ir a cortar caña y a otras actividades para “proletarizarse”. Una vez una maestra me preguntó: “Oye, a qué se dedica tu padre?”. Yo le contesté con cierta vergüenza: “Es poeta...”. “¡¿Poeta!? ¿¡No me digas!? ¡¡Pues mira, dile que en este país, lo que hay que hacer es cortar mucha caña!!

Creo que aquel fue un período nefasto. Tengo unas amigas que recuerdan que la Unión de Jóvenes Comunista (UJC), de su escuela secundaria, quería sancionarlas porque en un mural habían transcrito el poema de mi padre que se llama: Sobre Dolores de Cabeza. Todo porque los dirigentes no aceptaban el verso final que dice: El comunismo será, entre otras cosas/ una aspirina del tamaño del sol. Creían que era un sacrilegio comparar al comunismo con un analgésico, pero no eran capaces de ver la poesía.

Pero en fin..., cuánto me alegro por la capacidad de la intelectualidad cubana de revisar su pasado reciente, para no permitir que se repita. También, ojalá, para que puedan diseñar nuevos desafíos y debates esenciales referentes a la libertad, al papel del arte, al derecho a disentir; la necesidad cada vez más grande que tiene Cuba de abrirse e incorporarse a Latinoamérica que está en constantes evoluciones y cambios; fenómenos que nunca más podrán explicarse con los ABC del Comunismo.

Es aleccionador y oportuno este debate, sobre todo porque el que sigue siendo el Apóstol de la Revolución Cubana, José Martí, sentenció aquella idea que se dice en una frase: “Ser culto para ser libre”... La idea es que deje de ser frase y recobre cada vez más su sentido de acción.

Autor: Juan José Dalton
Fecha: 5 de febrero de 2007